Ida Scott Taylor una vez escribió: "No mires atrás ni llores por el pasado, pues ya se ha ido, y no te preocupes por el futuro, pues aún no ha llegado. Vive el presente y hazlo tan bonito que merezca la pena recordarlo."

Echo de menos aquello que pareció ser pero nunca fue, la ilusión vana, regresar a las clases, los nervios a cuento de nada, las miradas, los garabatos en un papel, la asignatura mal escogida, tu pelo, tu risa, tu sonrisa, tu chulería, la manta demasiado pequeña, los intercambios, el viaje que planeamos, tus canciones, el móvil que no escuché sonar. Echo de menos haber pensado, aunque fuese por un instante, que si me lo pedías me quedaba para siempre, las palabras que nunca me habían gustado, mi impaciencia, tu tipografía inundando mi pantalla, tu desesperación, la noche que me salvaste escribiéndome mensajes hasta el amanecer, tu plana estupidez, mi nombre en tu mano, tu mano en mi piel...
Y te echo de menos, no tanto a ti como aquello que no fue nada pero lo pareció todo.

Recuerda. Sólo quiero que recuerdes. Que recuerdes cada promesa, cada caricia, cada abrazo, cada paseo, cada beso, cada conversación interminable, cada secreto, cada palabra... Que cuando estés triste, me recuerdes. Recuerdes aquellos días en que no podías dejar de sonreír ni un solo segundo y nada ni nadie podían borrar aquella estúpida cara de felicidad. Que cuando escuches esa canción, veas esa película, leas esa frase... recuerdes nuestras cosas, esas cosas que nadie sabrá descifrar nunca, y que nos han dado tanto.

Y es que no necesito nada más, sólo saber que me vas a seguir recordando.

Tampoco pido tanto.


No me permito pensar en ti, no me permito echarte de menos. Pero cada vez que escucho una canción te recuerdo, y odio hacerlo, lo odio con todas mis fuerzas. Odio esta cobardía de no permitirme quererte. Odio el egoísmo de morirme por dentro al no saber si todavía piensas en mí, si todavía me echas de menos. Odio querer coger este jodido móvil y no permitirme enviarte un mensaje para decirte cualquier chorrada con la excusa de saber qué tal te va. Odio recordar la última vez que te vi. Odio saber que tu intención era encontrarme después de un mes sin saber de mí. Odio que me encontraras y quedarme muda al verte. Odio el beso que rozó la comisura de tus labios. Odio el momento en que te fuiste, cuando avancé mis pasos y eché la mirada atrás para ver cómo te marchabas. Odio saber que ese sería nuestro último recuerdo. Odio saber que tú te desvivías por mí y yo te quería demasiado. Odio... odio ser tan cobarde.

Lo siento.

Sin ti no puedo vivir y contigo moriré.

UN MENSAJE RECIBIDO.

Y qué casualidad que es él.

Él te ha enviado un mensaje. Acordándose de ti. Preocupándose por ti. Preguntando por tus cosas.

Y tú te olvidas de ese odio que sentías, y le respondes, y eres la persona mas feliz del mundo por esos pocos minutos.

¿Y sabes por qué?

Porque le quieres. Porque no hay persona en el mundo que te haga sentir tan bien, hasta con un puto mensaje. Porque esa es la persona que quieres que se quede a tu lado para siempre. Porque darías todo por su sonrisa. Porque hiciste miles de cosas por llegar a estar con él. Porque te arrepentiste muchísimo de haber cometido aquel error que os hundió a los dos. Porque lloraste cada lágrima por su ausencia. Y porque eres esa cría... Que lo quiere tanto, que lo perdonaría siempre. Cada cagada que cometa, por más que te rompa medio corazón y se lo lleve consigo, TÚ lo vas a seguir perdonando. Y todo por AMOR.

Y pensé en Julieta un poco más.

Me pregunté qué habría hecho si Romeo la hubiera dejado, no a causa del destierro, sino por desinterés. ¿Qué habría ocurrido si Rosalinda le hubiera dado un día de tiempo y él hubiera cambiado de opinión? ¿Y qué hubiera pasado si, en vez de casarse con Julieta, simplemente hubiera desaparecido?

Me parecía saber cómo se habría sentido Julieta.

Ella no habría vuelto a su vida anterior, seguro que no. Yo estaba convencida de que nunca habría ido a otro lugar. Incluso si hubiera llegado a vivir hasta ser una anciana de pelo gris, cada vez que hubiera cerrado los ojos, habría visto el rostro de Romeo. Y ella lo habría aceptado, finalmente.
Me pregunté si al final se habría casado con Paris, sólo para complacer a sus padres y mantener la paz. No, probablemente no, decidí, pero de todos modos, la historia dice poco de Paris. Era un simple monigote, un cero a la izquierda, una amenaza, un ultimátum para forzar la mano a Julieta.

¿Y qué pasaría si se supiera más sobre Paris? ¿Qué sucedería si Paris hubiera sido amigo de Julieta? ¿Su mejor amigo? ¿Qué habría ocurrido si él fuera la única persona en la que pudiera confiar la devastación causada por Romeo, la única persona que realmente la comprendiera y la hiciera sentirse otra vez medio humana? ¿Y si él era paciente y amable? ¿Y si cuidaba de ella? ¿Qué sucedería si Julieta supiera que no podría sobrevivir sin él? ¿Qué pasaría si él realmente la amara y deseara que ella fuera feliz? ¿Y si ella quisiera a Paris? No como a Romeo, por descontado, ya que no había nada similar, pero sí lo bastante para que ella deseara que él también fuera feliz.

Si Romeo se hubiera ido realmente para no volver, ¿qué importaba si Julieta aceptaba o no la oferta de Paris? Quizás ella hubiera intentado conformarse con los restos que le quedaran de su vida anterior. Tal vez esto fuese lo más cerca que pudiera llegar a estar de la felicidad.
Suspiré, y después gruñí cuando el suspiro me arañó la garganta. Estaba dando demasiada importancia a la historia. Romeo no hubiera cambiado de idea. Esa es la razón por la cual la gente todavía recuerda su nombre, siempre emparejado con el de ella: Romeo y Julieta. Y ése también es el motivo de que se la considere una buena historia.

"Julieta se conforma con Paris" nunca habría sido un éxito…

[...]



Cansada de aguantar
inviernos que no acaban, amores que se gastan, un día se lanzó a buscar un país, un lugar, donde todos los sueños no se hicieran pequeños y duraran mucho más.



Dejaba tras de sí mil cuentos de princesas de historias de esas con un final feliz. Buscaba el primer día del resto de su vida; "borrón y cuenta nueva", eso le escuché decir.
Se fue con su maleta de ilusiones repleta de proyectos a medias, de ganas de empezar, de fuerza de voluntad...